miércoles, 13 de julio de 2011

Walden y Del deber de la desobediencia civil, H. Thoreau (6)

Henry D. Thoreau, Walden y Del deber de la desobediencia civil, Ed. Juventud, pp. 441-442:

«La autoridad del gobierno, aun aquella a la que estoy dispuesto a someterme -pues obedeceré prestamente a aquellos que saben y pueden hacer las cosas mejor que yo, y en muchos casos, hasta a quienes ni saben ni pueden tanto- es, con todo, todavía impura: para que aquél pueda ser estrictamente justo habrá de contar con la aprobación y consenso de los gobernados. No puede ejercer más derecho sobre mi persona y propiedad que el que yo le conceda. El progreso desde una monarquía absoluta a otra de carácter limitado es un avance hacia el verdadero respeto por el individuo. Incluso el filósofo chino fue lo suficiente sabio como para considerar al individuo base del Imperio. ¿Es la democracia, tal como la conocemos, el último logro posible en materia de gobierno? ¿No es posible dar un paso más hacia el reconocimiento y organización de los derechos del hombre? Nunca podrá haber un Estado realmente libre e iluminado hasta que no reconozca al individuo como poder superior independiente del que derivan el que a él le cabe y su autoridad, y, en consecuencia, le dé el tratamiento correspondiente. Me complazco imaginándome un Estado, al fin, que puede permitirse el ser justo con todos los hombres y acordar a cada individuo el respeto debido a un vecino; que incluso no consideraría improcedente a su propio reposo el que unos cuantos decidieran vivir marginados, sin interferir con él ni acogerse a él, pero cumpliendo con sus deberes de vecino y prójimo. Un Estado que produjese esta clase de fruto y acertase a desprenderse de él tan pronto como hubiese madurado prepararía el camino hacia otro más perfecto y glorioso, que también he soñado, pero del que no se ha visto aún traza alguna.»

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